17 de abril 2023
¡Que alguien me explique!
De Al Qaeda a “Los Chapitos”
La guerra entre Estados Unidos y México se inició oficialmente el pasado fin de semana. Y el enemigo de los norteamericanos ya tiene nombre: “Los Chapitos”
Por Ramón Alberto Garza
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La guerra entre Estados Unidos y México se inició oficialmente el pasado fin de semana. Y el enemigo de los norteamericanos ya tiene nombre: “Los Chapitos”.
Son Ovidio y Joaquín Guzmán López, así como Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, todos hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, jefe supremo del Cártel de Sinaloa y hoy los amos y señores del mercado global del fentanilo, la droga barata que está matando a más de 100 mil estadounidenses al año.
Se acabó el tiempo y la paciencia del gobierno de Joe Biden. De poco sirvieron las reuniones multilaterales con los presidentes de Estados Unidos y Canadá, con John Kerry, con los directores de la CIA, el FBI y la DEA, y con el aparato de justicia norteamericano que procesa lo mismo a Genaro García Luna que a “El Chapo” Guzmán.
Ni el presidente Andrés Manuel López Obrador ni sus más cercanos colaboradores entendieron la dimensión de lo que estaba sobre la mesa. Y, lo que es todavía peor, el inquilino de Palacio Nacional se burló de los norteamericanos, reiterando en la Mañanera que México no producía fentanilo, que el opioide venía ya fabricado desde China, lo que incluso obligó a una declaratoria del presidente chino, Xi Jinping, que estuvo a punto de generar un choque frontal con el gobierno de Biden.
¿Acaso el fiscal Gertz Manero o el canciller Marcelo Ebrard no disiparon la ignorancia o el cinismo de Palacio Nacional y le dijeron a su jefe que los servicios de inteligencia ya tienen detectados, satelitalmente y con geoposicionadores, casi todos los laboratorios en donde “Los Chapitos” producen la mortal droga?
La burla del presidente López Obrador fue tan obvia al negar que México fuera productor de fentanilo, que la reacción no se dejó esperar. La caricatura publicada por el diario Chicago Tribune es demoledora.
El presidente Biden y su gobierno ya no aceptaron la superficialidad y el cinismo ni del presidente ni del gobierno mexicano. Y la declaración de guerra fue promulgada el sábado en dos frentes. Uno, el del fiscal Merrick Garland y otro, el de la directora de la DEA, Anne Milgram.
Por ellos, nos enteramos, que los servicios de inteligencia norteamericanos -especialmente la DEA- tienen meses infiltrando al Cártel de Sinaloa y a “Los Chapitos”. Que conocen sus negociaciones con proveedores chinos para comprarles precursores para fabricar el fentanilo. Y que en Guatemala tienen a los gestores que les reciben la mercancía de China para ingresarla a México.
Ambas declaraciones de guerra contra “Los Chapitos” se dieron horas después de que todo el Gabinete de Seguridad del gobierno de la Cuarta Transformación fue llamado a Washington para recibir una severa reprimenda, ante la exigencia de que debían de tomar plena conciencia de que esta guerra va en serio. Con todas sus consecuencias.
En la misma sala, en un lado del mismo escritorio, escucharon las severas advertencias el Canciller Ebrard; el Fiscal Gertz Manero; el Secretario de la Defensa Sandoval; el Secretario de Marina Ojeda; la Secretaria de Seguridad Nacional Rosa Icela; el jefe del espionaje cuatroteísta Audomaro; el embajador Moctezuma y el Secretario de Salud Alcocer.
¿Alguien recuerda una imagen así, de todos los responsables del sistema judicial, de inteligencia y diplomático mexicanos, llamados a sentarse a una mesa para que les leyeran la cartilla, en un ritual disfrazado de una presunta cooperación para acabar con los cárteles? ¿Los secretarios de Defensa y Marina, juntos, abandonando territorio mexicano, para rendir cuentas ante el gobierno estadounidense?
La declaración de guerra contra “Los Chapitos” tiene también un elevado contenido político, de cara a la elección presidencial norteamericana en noviembre del 2024.
Para entonces, serán algo así como 450 mil norteamericanos muertos por el fentanilo, lo que de no frenarse significará el rechazo al actual gobierno demócrata por los cientos de miles de padres, hermanos, tíos, primos, sobrinos y amigos que habrán perdido a algún ser querido por el consumo de la pastilla ya mortal. Y eso se traducirá en un rechazo abierto en las urnas, si el presidente Biden no le pone un alto.
El Cártel de Sinaloa y “Los Chapitos” son hoy, para los norteamericanos, la nueva versión de Al Qaeda y Osama Bin Laden. Y al nuevo y muy peligroso villano mexicano se le tiene que capturar y destruir lo antes posible, cueste lo que cueste, y se pase por encima de quien se tenga que pasar.
El presidente Biden ya lo vivió en 2011, cuando era el vicepresidente del gobierno de Barack Obama. La captura y muerte del jefe de Al Qaeda, en mayo de 2011, dio paso 18 meses después a una reelección holgada del binomio Obama-Biden en noviembre de 2012.
Hoy estamos a 19 meses de la elección presidencial estadounidense que será en noviembre de 2024. Y, al igual que hace 12 años con Bin Laden, la captura de “Los Chapitos” será crucial para que la narrativa demócrata se imponga sobre la exigencia republicana de designar a los cárteles mexicanos como grupos terroristas.
Por eso decimos que la guerra entre Estados Unidos y México, declarada este fin de semana en el marco del combate al fentanilo será, sin duda, un punto de inflexión que incluso cambiará el juego presidencial de México en 2024. Ya lo veremos.
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