14 de noviembre 2019
¡Que alguien me explique!
Con Piedra topamos
El caso de la elección de Rosario Piedra Ibarra como nueva presidenta de la CNDH fue verdaderamente vergonzoso.
Por Ramón Alberto Garza
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Si alguien quiere asomarse al estado que guardan las cosas en México, que analice el vergonzoso caso de la elección de Rosario Piedra Ibarra como nueva presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH).
Pareciera que ahí salieron a exhibirse todos los vicios políticos de un país que no acierta a sentarse ya no digan a dialogar y buscar salidas, sino a sacar adelante los procesos más elementales.
Con dominio como la primer bancada, los de Morena con algunos aliados, podían sin despeinarse sacar adelante la votación sin causar una crisis. Pero la operación falló por malos cálculos.
Por supuesto que puesto bajo al lupa el tema era controvertido ya que la candidata propuesta era la hija de doña Rosario Ibarra de Piedra, la legendaria mujer que tiene una vida buscando el paradero de su hijo Jesús Piedra Ibarra. Ello sin contar que la candidata tenía filiación partidista y ya había contendido para un puesto de elección popular.
Para un buen número de legisladores, esto significaba un potencial sesgo en el ejercicio de tan delicada misión, considerando que podrían exigir afrentas o rencores personales no sanados por la desaparición del hermano que podrían demeritar sus juicios.
Pero desde la presidencia del Senado, Ricardo Monreal garantizó que la votación a favor se daría, solo para entrar por falta de asistencia morenista a una zona de debate que acabó en un manoseo del proceso y la presunta desaparición de dos votos, con lo que la ratificación se caía.
El primer pecado de origen es que en un momento tan crucial para la causa, los legisladores morenistas no fueron capaces de responder en bloque con algo tan elemental como su asistencia.
Vinieron luego las alianzas y –hay que decirlo- sin los votos del PRI sumados a los que aportaba Morena, la elección de Piedra Ibarra habría sido imposible.
El Primor –la unión del PRI y Morena- operó y dio frutos. ¿A cambio de qué los tricolores se alinearon a los intereses morenistas? No tardaremos en hallar la respuesta que quizá podría salir a explicar su jefe de bancada, Miguel Ángel Osorio Chong.
El PAN se instaló en la negación total, deplorando la elección que calificaron de amañada y exigieron que se repusiera la votación para salir de dudas. Los albiazules tomaron una y otra vez la tribuna y el escándalo fue de antología. Pregunten por el destino final de la camisa de Gustavo Madero.
Y los demás partidos, jugando por la libre. Unos con Morena, otros pactando votos que en el momento de la elección no concretaron, y otros más en el limbo. Todos danzando como lobos en torno a la hoguera de las culpas.
El PRI alcanzó su clímax político cuando en un bien armado road show, el coordinador Osorio Chong salió ayer a decir que aunque ellos en principio votaron por Piedra Ibarra, esperaban que se repusiera el proceso para retirarle su apoyo.
Y a pesar de que Monreal anunció que se volvería a repetir el procedimiento, vino el albazo y todos se quedaron con las ganas de volver a votar.
La mayoría aceptó la votación anterior y se ratificó a la nueva presidenta de la CNDH en medio de jaloneos y violencia entre legisladores. Desaseo total en todos los frentes.
Lo que queremos dejar en claro es que en un procedimiento como el de elegir al titular de un organismo como la CNDH brotaron manipulaciones, componendas, traiciones, puñaladas por la espalda, decepciones, jaloneos digitales e incumplimiento de la palabra empeñada.
Ese es el zoológico psicológico del que está integrado el Senado, que se supone debe ser el máximo órgano institucional de la Nación.
Si ese es el nivel de diálogo y el profesionalismo en la toma de decisiones, podemos imaginar por qué en México estamos como estamos.
Ponernos de acuerdo sobre cómo salir del espasmo económico, cómo acelerar el crecimiento, cómo generar empleos, cómo atacar al crimen organizado, cómo distribuir el precario presupuesto a estados y municipios, son puntos menos que imposibles.
Ojalá que la película de horrores que se vivió con la elección de Rosario Piedra Ibarra sirva ya no para elevar el nivel de odios y rencores, sino para buscar formas menos violentas, más civilizadas, de buscarle una salida a nuestra deteriorada patria.
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