12 de noviembre 2018
¡Que alguien me explique!
Bronco y Medina, de la mano
El gobernador de Nuevo León parecía tener los días contados, pero en el camino el PRI le presentó en charola de plata la oportunidad de salvar el pellejo
Por Ramón Alberto Garza
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Jaime Rodríguez Calderón tendría que estar en la cárcel. Los delitos electorales del gobernador de Nuevo León que soñó con ser presidente ya le fueron perdonados por sus padrinos políticos que hasta el primero de diciembre todavía ejercen el poder.
Pero el impopular “Bronco” ya encontró un aliado para salvarse de ser enjuiciado y depuesto como gobernador.
Y ese cómplice parece ser nada menos que su antecesor Rodrigo Medina. Sí, el mismo a quien en su campaña rumbo a la gubernatura lo usó de bandera bajo la promesa de que lo metería a la cárcel.
Para entender esta telenovela de producción “independiente” pero patrocinada por el PRI, vayamos capítulo por capítulo.
El gobernador de Nuevo León parecía tener los días contados. Al menos eso es lo que se asomaba tras los escándalos de presunto lavado de dinero y desviación de recursos públicos para su fallida campaña presidencial.
Pero en el camino el PRI le presentó en charola de plata la oportunidad de salvar el pellejo. La elección de la ciudad de Monterrey, en la que el priista Adrián de la Garza fue impotente para reelegirse le abrió la ventana.
Los tricolores no pueden darse el lujo de perder Monterrey. Es la única tesorería de capital grande que les queda. La ciudad de México es de Morena y Guadalajara del Movimiento Ciudadano.
Y menos que alguien le meta sus narices a las cuentas tricolores de los últimos tres años de impopular gobierno de Adrián de la Garza.
Por eso ante la imposibilidad de revertir la victoria del panista Felipe de Jesús Cantú, el PRI cabildeó por todos los medios la anulación de la elección de Monterrey en los tribunales. Y haiga sido como haiga sido, lo consiguió.
Ahora habría que instalar en el interino Concejo Ciudadano a un presidente a modo. Alguien que no fuera a descobijar las travesuras de Adrián de la Garza en sus tres años como alcalde.
Fue entonces que ante la emergencia, el Bronco se acomodó y negoció a uno de sus pocos elementos con buena imagen: su ex procurador y secretario de Seguridad Pública, Bernardo González. Su buen nombre era garantía de que todos los partidos le darían su respaldo.
El “sacrificio” del secretario de Seguridad Pública para calentar una silla por supuestamente 60 días pasó por un simple pacto. Jaime Rodríguez Calderón apoyaría al PRI, a cambio de que los tricolores le cuiden sus independientes espaldas y no hagan causa común para enjuiciarlo.
Y ese acuerdo pasa por boicotear la elección programada por el Instituto Estatal Electoral para el 16 de diciembre, buscando que el Concejo Ciudadano prolongue sus días tanto como sea posible.
La primera artimaña del Bronco para cumplir el pacto es anunciar que no tiene los 50 millones de pesos que costará repetir la elección de Monterrey.
Y cuando el Instituto Federal Electoral le exija que lo haga, su gobierno buscará ampararse para diferir con el litigio la celebración de los comicios. Y a menos que la Federación decida poner sobre la mesa esos recursos, no habrá poder humano que obligue a hacerlas. El vacío se prologará.
Pero aún cuando las elecciones tengan lugar el 16 de diciembre, será un hecho que quien pierda –De la Garza o Cantú- impugnarán ante los tribunales, por lo que Monterrey tendrá que esperar hasta finales de febrero o principios de marzo para estrenar su nuevo alcalde.
Sea entonces un Concejo Ciudadano de cinco meses o de mas de un año -si no hay quien pague la elección- el tiempo será suficiente para enmendarle la plana a la tesorería que financió muchas de las “travesuras” priistas de los últimos tres años.
Quién diría que a final del día fuera el PAN el enemigo común que acabaría por reconciliar a El Bronco con su antecesor Rodrigo Medina. Dios los hace y las complicidades los juntan.
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