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29 de abril 2022

Deportes

Brenda, de una casa hogar a campeona nacional de Para Taekwondo

Sin poder escuchar una sola palabra, ni tampoco hablar, Brenda Sánchez creció en una casa hogar de Ciudad Juárez, venció la adversidad y se convirtió en campeona nacional de Para Taekwondo

Por Bernhard Buntru

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Lo primero que noté de Brenda al conocerla fue su mirada fija. En un mundo caracterizado por un constante estado de distracción, los ojos de Brenda parecían distintos. Yo ya lo sabía de antemano: Brenda es sordomuda. También sabía que, a sus 15 años de edad, Brenda es una taekwondista excepcional, campeona nacional en su disciplina.

Pero su historia va mucho más allá de su discapacidad y de su talento. Brenda es un ejemplo vivo de fortaleza, de determinación, de resiliencia. Brenda es una verdadera historia de éxito. Y detrás de esa historia de éxito, la historia de Brenda también es una indiscutible historia de amor.


Brenda Sánchez Ramírez nació el 13 de enero de 2007 en Ciudad Juárez, Chihuahua. Es la tercera de siete hermanos, en una familia con serias limitaciones económicas. A los cuatro años de edad, y tras el fallecimiento del padre de Brenda, su madre tomó la difícil decisión de enviarla a una casa hogar donde la pequeña pudiera recibir cuidados, educación, y en la cual le permitieran mantener contacto con su hija.

Ahí, Brenda pudo asistir a clases como el resto de sus compañeros; sin embargo, no recibió educación especializada para personas con discapacidad auditiva. A pesar de avanzar en el sistema educativo formal y alcanzar el segundo grado de secundaria, Brenda no aprendió a leer ni a escribir. Lo que sí aprendió en la casa hogar fue el Taekwondo, y de manera excepcional.

Su camino comenzó en 2015, a sus 8 años de edad, cuando Brenda conoció a Óscar y a Rocío, profesores voluntarios que acudían dos veces por semana al orfanato para enseñar este arte marcial de origen coreano. Tras conocerlos, la vida de Brenda daría un giro de 180 grados.

“Tenemos la idea de que el deporte ayuda a cualquier tipo de persona con problemas”, dice Óscar, quien junto con su esposa Rocío dirige la Academia Halcones en la ciudad fronteriza.

Por mucho tiempo, señala el profesor, ni él ni su esposa se dieron cuenta de las limitaciones de Brenda sino hasta casi un año de haberla conocido.

“Nos dimos cuenta porque una vez le pregunté algo directamente y no me contestaba», exclamó Oscar, sorprendido. «Hasta que las otra niñas me dijeron ‘no, profe, es que es sorda’”.

Óscar refiere que Brenda formaba parte de un grupo de 70 niños de la casa hogar que voluntariamente acudían a las clases de Taekwondo y explica qué fue lo que más les llamó la atención de ella, más allá de su talento para ese deporte.

“A nosotros nos interesaba mucho el caso de Brenda porque a Brenda la estuvieron brincando de escuela y de salón y de clases, pero Brenda no hablaba ni escribía. Lo único que sabía escribir era su nombre. No sabía señas. Lo único que sabía era mímica. Ella se daba a entender con las otras niñas con las que se crió porque ella toda la vida vio la manera de comunicarse, pero con mímica (…) Ella era tratada como un niño común y corriente”.

Una vez que se acercaron más a ella, todo cambió. Cada fin de semana, recuerda Óscar, Brenda competía contra niñas sin discapacidad. No recuerda haberla visto que se quejara jamás.

Para 2019, algunos de los 70 niños bajo la tutela de Óscar y Rocío ya habían alcanzado el nivel de cinta negra, entre ellos Brenda y tres de sus compañeras más cercanas. Una vez aprobado su examen, los instructores voluntarios registraron a las cuatro en un mega torneo de artes marciales en la Arena Monterrey organizado por la Academia Valencia.

“Este es mi punto para llevarlas a ellas y que vean otro panorama y que vean que realmente hay otro mundo y que no nada más es Juárez y menos una casa hogar”, narra Óscar, emocionado.

En Monterrey, Brenda definitivamente conocería otro mundo; y es que, sin saberlo aún, durante su visita conocería también a su futura familia de acogida.

Luego del torneo de los Valencia en la Arena Monterrey, Brenda participó en un torneo oficial en Ciudad Juárez, donde compitió con atletas sin discapacidad y obtuvo la medalla de plata. Dado que los torneos oficiales no permitían que compitiera una atleta sorda, ella participó en ese y otros torneos como cualquier otra atleta; pero con la notable diferencia de que ella no escuchaba a su entrenador. Brenda podría participar dado que nunca se le indicaba a los organizadores que ella era sorda.

Fue ahí que atrajo la atención del presidente de la Asociación de Taekwondo de Chihuahua, quien recomendó a Óscar inscribirla en programas especiales para atletas paras, donde Brenda pudiera competir en igualdad de condiciones.

Oscar se preparó como instructor de Para Taekwondo, obtuvo su certificación y llevó a Brenda al Campeonato Nacional Para Taekwondo 2019 en Guadalupe, Zacatecas, donde ella obtuvo el oro en la modalidad de combate, conocida formalmente como Kyorugy.

Hagamos una pausa aquí: Brenda no llevaba ni un año de graduarse como cinta negra y ya se había convertido en campeona nacional de Para Taekwondo. En ese entonces tenía apenas 13 años de edad y se enfrentó a una competidora consolidada de 25 años de edad. En ningún enfrentamiento pudo Brenda escuchar instrucciones de su entrenador, como sí lo pudieron hacer sus oponentes. Al mismo tiempo, tampoco escuchó a la multitud.

Adiós a la casa hogar

Desafortunadamente, su camino ascendente se vio frenado de manera repentina. La incipiente carrera deportiva de Brenda enfrentaría su mayor obstáculo hasta ese momento. A inicios de 2020, la casa hogar donde había vivido por los últimos 10 años cerraría de manera permanente. Los niños tendrían que regresar con sus familias. Aquellos que fueran huérfanos estarían obligados a ir al DIF.

Oscar y Rocío sabían que, para que Brenda y sus compañeras pudieran seguir adelante, él y su esposa tendrían que encontrarles un nuevo hogar.

“Tenemos a una campeona nacional. Imagínate, todo tirado a la basura”, exclama Óscar.

Ahí es donde entran Rosy y Roberto, amigos de Óscar y benefactores de Brenda y otras compañeras del orfanato desde años atrás, quienes por unos días hospedaron en su propia casa a las jóvenes durante su visita a Monterrey a finales de 2019 por razones del torneo nacional de los Valencia en la Arena Monterrey.

“Nosotros decidimos ofrecerles mejores oportunidades que allá en Ciudad Juárez”, cuenta Rosy, quien ya tiene con Roberto dos hijos biológicos, un pequeño de siete y una niña de cinco.

“Mi marido y yo lo platicamos y sí, las niñas deciden y las familias deciden darnos la responsabilidad y la confianza de que vinieran acá a estudiar y a practicar Taekwondo”.

En un principio la mamá de Brenda en Ciudad Juárez expresó un interés por recuperar el tiempo perdido con su hija, por lo que solo dos de sus amigas de la casa hogar se trasladaron a Monterrey, relata Rosy. No obstante, el deseo de Brenda era estar con sus compañeras y, sobre todo, practicar el Taekwondo.

“Es muy persistente y muy perseverante, entonces presionaba mucho a su mamá. Brenda veía en redes sociales que las otras niñas ya iban a competencias, que ya estaban retomando su camino deportivo”.

Rosy señala que la insistencia de Brenda fue tal, que su madre se puso en contacto con ella para manifestarle su deseo de conocerla y explorar la posibilidad de enviar a su hija a Monterrey.

“Nos fuimos manejando a Ciudad Juárez para conocer a la familia y ganarnos la confianza”, recuerda. “Es una mamá muy entregada, muy pendiente, todos los días le llama».

Nueva vida en Monterrey

La mamá de Brenda estuvo de acuerdo con la propuesta de Rosy. Una vez en Monterrey, Brenda comenzó a enfocarse en el Taekwondo. En una semana regular entrena un mínimo de dos horas diarias de Kyorugy (combate) y otras dos horas diarias de Poomsae (formas).

Pero faltaba un detalle crucial: su educación formal. Y es que, pese a tener el certificado de segundo de secundaria, su nivel académico real distaba muchísimo del que ostentaba el papel.

“Llegó con un nivel académico de tercero de kínder, del nivel de nuestro hijo de cinco años de edad. Ahora va en cuarto o quinto de primaria”, narra Roberto, esposo de Rosy.

Rosy cuenta que, al no saber leer ni escribir, Brenda difícilmente iba a aprobar un examen de admisión en cualquier escuela, por lo que buscaron alternativas.

“Tenemos que poner en pausa esa educación oficial. Tenemos que darle las herramientas para que a lo mejor en cuatro o cinco años retome sus estudios formales. No queremos hacerle un daño al permitir que le estén regalando una calificación que no se merece”.

Hoy, Brenda acude a una escuela particular basada en el método Montessori, donde recibe clases individuales de lengua, señas, gramática, matemáticas, español, cocina, arte e inclusive tareas básicas como hacer compras en el supermercado.

Rosy describe que Brenda está en proceso de “aprender cosas para toda la vida, que para muchos de nosotros es muy fácil o muy obvio pero dado que ella estuvo encapsulada tantos años en una burbuja».

Asimismo, Brenda también aprovecha las computadoras que usan en la escuela los hijos pequeños de Rosy y Roberto y comienza a aprender sola, algo aparentemente natural para ella.

“A mí me llegan las notificaciones de cuánto tiempo se mete», señala Rosy. «Ella, de estar en un nivel de tercero de kínder, de solo estar ahí metiéndose y jugando con la computadora de los niños ya avanzó sola a cuarto o quinto de primaria”.

Para Roberto, principal encargado de trasladarla a sus entrenamientos diarios, lo que ha logrado Brenda a pesar de sus limitaciones es impresionante.

“Imagínate que llegó a ser campeona nacional a los 13 años de edad sin saber leer ni escribir ni poder comunicarse con señas. Nos ha mostrado la fortaleza para mucho más, pero en este mundo no se trata nada más de trabajar duro, sino también de contar con las herramientas que una educación formal te da”, señala.

Y del Taekwondo, ni se diga. En octubre de 2021, Brenda obtuvo la medalla de oro en la modalidad Kyorugy (combate), en Para Taekwondo, durante el 1er Campeonato Nacional Femenil de Taekwondo realizado en Querétaro.

En lo que va de 2022 Brenda ya ha acumulado otras dos medallas a su palmarés. En la 1er Copa Taeyang Taekwondo 2022, en Monterrey, obtuvo la plata en la modalidad Kyorugy, así como la plata en Poomsae, modalidad que había empezado a practicar apenas tres meses antes de su participación. A diferencia del combate, donde participan dos atletas, el Poomsae es individual y consiste en simular ataques y defensas contra uno o varios atacantes imaginarios. A esta modalidad se le conoce también como “formas”.

Arianna, su entrenadora de Poomsae, describe la velocidad con la que Brenda ha aprendido esta nueva modalidad.

“Tiene muy buena memoria. En un día en diciembre se aprendió dos rutinas. En una semana se aprendió toda la rutina que ocupaba. A los alumnos normales les enseñas más o menos una rutina cada tres meses”.

Para competir en su primer torneo de formas, Brenda tuvo que aprenderse ocho rutinas en un periodo menor a tres meses. Por ello, Roberto equipara su progreso en el deporte con sus avances en otras áreas, las cuales considera primordiales para su desarrollo integral.

“Estamos seguros que Brenda, en un par de años, va a estar a su nivel académico que corresponda a su edad, porque tiene una capacidad excepcional de aprender”.

Andrés Valencia, director de la Organización de Taekwondo Valencia en Monterrey, donde Brenda entrenó por 15 meses, augura un futuro promisorio para la joven atleta.

«Brenda avanza y sigue avanzando rápido”, subraya. “Está en inicios una gran carrera de una artemarcialista con muchas pero muchas ganas de salir adelante”.

El profesional de Taekwondo espera que Brenda pueda servir como ejemplo de fortaleza para otros niños sordos.

El futuro de Brenda

Ahora, a menos de dos años de haber retomado el Taekwondo, y aún sin dominar el lenguaje a señas, ni tampoco leer, ni escribir, Brenda ha sido seleccionada para representar a México en los Juegos Sordolímpicos en Caixas do Sul, Brasil. Hoy se encuentra concentrada en el Centro de Alto Rendimiento en la Ciudad de México. Y a pesar de estar lejos de su familia, Brenda no manifiesta queja o inconformidad alguna.

“Ella es fría de la mente, su mentalidad está enfocada en sus metas”, remata Rosy. “No deja que sus sentimientos alteren su objetivo”.

Rocío, su antigua entrenadora en la casa hogar, atribuye la fortaleza de Brenda a la vida que tuvo en Ciudad Juárez.

“Gracias a Dios Brenda creció como una niña normal. Siempre tuvo tanto niño a su alrededor, juegos, muchas dinámicas… no tuvo estimulación de terapias, ni nada, pero la casa hogar de alguna manera llegó a suplir eso. Entonces por eso creemos nosotros que a Brenda no se le nota que es sorda, siempre está muy abierta a todos los estímulos a su alrededor”.

Y sí, a pesar de que Brenda es una niña como otras, no le ha tocado vivir una vida normal. Al crecer en un entorno con profundas carencias y discriminación, combinado con su discapacidad física que por mucho tiempo pasó desatendida, su vida ha estado repleta de obstáculos y limitaciones ajenas a la mayoría de la gente.

Y es que Brenda nunca ha escuchado un sonido, nunca se le enseñó a vocalizar, no se le enseñó a leer, nadie le enseñó a comunicarse con señas. ¿Cómo lo ha hecho? ¿Dónde aprendió a sobreponerse a la adversidad que implica crecer en una casa hogar y practicar un deporte de alto rendimiento? ¿Quién le explicó la definición de carácter? ¿Cómo maneja el dolor? ¿Quién le explicó cómo manejar la soledad, la tristeza, la marginación? ¿Cómo se sobrepone a todo esto? En su familia de acogida están perplejos pero orgullosos. «Ella está entera, sonríe, se ríe, se enoja, quiere ir al cine, quiere ir a las fiestas, a los bailes, se arregla, sale a pasear», platica Roberto.

Afortunadamente, también ha estado llena de personas como su mamá, que se preocupa por ella; como Óscar y Rocío, sus primeros entrenadores; como Perla y Estefanía, sus amigas de la casa hogar con las que ahora comparte a su nueva familia; qué decir de Rosy y Roberto, cuyas vidas han cambiado radicalmente tras la llegada de las jóvenes; así como de una larga lista de amigos, voluntarios, médicos, entrenadores y funcionarios que le han brindado ayuda.

Pero, al final, el gran mérito se centra en Brenda, quien ha convertido al Taekwondo en un trampolín que le permitió integrarse al mundo y no permanecer aislada en un rincón, sola. Hoy, Brenda se ha convertido en un referente nacional en su disciplina deportiva.


Al terminar la entrevista con Brenda, Rosy y Roberto, me despido de ellos, me dirijo a Brenda y con el dedo índice la señalo, ella responde apuntándose a sí misma. Levanto el puño derecho en señal de victoria y hago como si me colgara una medalla en el cuello. Es mi forma de desearle éxito en Brasil. Ella sonríe amplio, como le caracteriza y, mientras me mira fijamente, asiente con la cabeza. Brenda está segura que le irá bien en su próxima competencia en la olimpiada en Brasil. Realmente, no necesita que nadie se lo diga.

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