24 de noviembre 2021
Política
Botín Militar: el poder del Ejército sigue creciendo
Aeropuertos, trenes y mucho más...¿Tiempos de austeridad? Para nada. Las Fuerzas Armadas de México están de fiesta. Como nunca antes, los militares concentran una enorme porción del presupuesto federal.
Por Redacción Magenta
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Aeropuertos, trenes y mucho más… ¿Tiempos de austeridad? Para nada. Las Fuerzas Armadas de México están de fiesta. Pues, como nunca antes, los militares (el Ejército) concentran una enorme porción del presupuesto federal. E incluso, tienen su guardadito para lo que se ofrezca.
El tema ha intensificado las alarmas no solo por la opacidad con la que se están manejando los recursos multimillonarios asignados a la obras a cargo de la Secretaría de la Defensa Nacional, sino por la enorme tentación de corrupción que podría significar al interior de la dependencia federal.
Así como por el preocupante alcance de poder que le está otorgando el Ejecutivo a las instituciones castrenses del país.
En el plano internacional, las principales organizaciones de derechos humanos ya han manifestado también su preocupación con la militarización de las funciones civiles del gobierno – sobre todo en labores de seguridad pública.
Pero para el presidente Andrés Manuel López Obrador, quien como candidato insistía en que los militares debían regresar a los cuarteles, el alto nivel de respaldo con el que cuentan las Fuerzas Armadas entre el grueso de la población mexicana, es el justificante detrás de su radical cambio de postura una vez que asumió el cargo.
Ante un preocupante escenario de inseguridad y violencia, y con un tortuoso camino judicial para la realización de sus proyectos insignia, el mandatario federal ha decidido apoyarse en la estructura jerárquica y la disciplina del Ejército y la Marina, para intentar cumplir las principales promesas de la llamada Cuarta Transformación, las cuales son: pacificar al país, desterrar la corrupción y detonar el desarrollo económico del sureste mexicano.
Pero la apuesta de López Obrador es altísima. Pues mientras los militares aseguran no tener ninguna aspiración política, el creciente poder -y presupuesto- que concentran en la vida pública nacional, podría empezar a darles otras ideas.