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18 de octubre 2024

16 de octubre 2024

¡Que alguien me explique!

Biden-Sheinbaum, Presidents Dialogue

En momentos en que en México se celebraba la cumbre empresarial “CEO Dialogue” debió estar llegando a la cancillería una invitación formal del presidente Joe Biden para convocar a Claudia Sheinbaum a un encuentro en Washington

Por Ramón Alberto Garza

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En los momentos en que en México se celebraba la cumbre empresarial México-Americana conocida como “CEO Dialogue”, debió estar llegando a la cancillería una invitación de la Casa Blanca.

Sería una invitación formal del presidente norteamericano, Joe Biden, para convocar a la presidenta Claudia Sheinbaum a un encuentro en Washington.

La propuesta, que tendría el estatus de una cumbre de Estado, estaría programada para finales de noviembre o principios de diciembre, una vez que hayan transcurrido las elecciones presidenciales en los Estados Unidos.

Pero, a pesar de que es un excelente gesto del presidente Biden, esa invitación ya está provocando una revuelta hacia el interior del círculo cercano morenista que rodea a la inquilina de Palacio Nacional.

Para los morenistas sensatos, este es un excelente gesto del mandatario norteamericano para reconocer a la primera mujer que gobierna a México en 200 años. De hecho, es la primera mujer que gobierna uno de los tres países del T-MEC. Y aun cuando Biden sólo tenga unos meses más en la Casa Blanca, no deja de ser un espaldarazo del jefe de Estado de la todavía nación más poderosa del planeta al incipiente nuevo gobierno. Una legitimación global.

Además, esa cumbre podría dejarle abierta la puerta para que, en caso de que gane Kamala Harris, se genere una poderosa empatía de género. ¿Imaginan el efecto de una fotografía de la presidenta Sheinbaum flanqueada por Biden y -si el voto electoral la favorece- por Kamala Harris?

Para los morenistas radicales, la presidenta Claudia Sheinbaum debe desairar la invitación. Desdeñarla, como lo hizo tantas veces su antecesor Andrés Manuel López Obrador, al desligarse de la escena internacional y acudir sólo en un par de ocasiones a Estados Unidos, a darle un espaldarazo al candidato Trump y a una cumbre regional a la que fue forzado a asistir. Entre más lejos del Imperio, mejor, dicen.

Sobre todo, si el ganador de las elecciones del próximo 5 de noviembre es Donald Trump, con quien habrá que hacer severas y muy rudas negociaciones en materia de migración, drogas, seguridad y, sobre todo, comercio. Está claro que, con el republicano en la Casa Blanca, el tratado comercial entrará sin remedio en ruta de colisión. Ya lo dijo ayer que, de llegar a la Casa Blanca, cerraría la frontera a la importación de autos mexicanos. Y sin duda a muchas mercancías más, poniendo en riesgo la continuidad del mayor bloque comercial del planeta.

Los morenistas radicales actúan por consejo de Andrés Manuel López Obrador, quien siempre se cuadró ante Trump y jugó como quiso con la debilidad de Biden. Por eso acabó por incorporar al embajador Ken Salazar como un integrante más del gabinete de la Cuarta Transformación.

Pero la presidenta Claudia Sheinbaum ya devolvió el ejercicio diplomático al recluir al embajador norteamericano a tocar una sola ventanilla: la de la Cancillería, con la sola interlocución con Juan Ramón de la Fuente.

Por eso es importante entender el alcance de una cumbre Estados Unidos-México en Washington, a finales de noviembre y principios de diciembre. Después de todo, si gana Kamala Harris, será un golpe político, diplomático y mediático que le elevaría los bonos. Y si el victorioso es Donald Trump, siempre habrá algún pretexto para posponer ese encuentro para después del 20 de enero. Si es que el ególatra republicano tiene la generosidad de invitar a su homóloga mexicana a tomarse la foto en la Oficina Oval.

Más allá de un CEO Dialogue, lo que se hace necesario es un Presidents Dialogue.

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