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21 de noviembre 2024

3 de noviembre 2020

¡Que alguien me explique!

Apocalipsis ahora

Las próximas 24 horas serán las más largas en la historia de la democracia moderna. No solo para los norteamericanos. El mundo estará expectante.

Por Ramón Alberto Garza

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La democracia -tal como la entendemos-  vivirá hoy una prueba de fuego en la elección presidencial de los Estados Unidos.

Vamos enlistando los síntomas de lo que puede devenir esta noche en un apocalipsis electoral de inimaginables proporciones, si ninguno de los dos candidatos logra el margen suficiente para no poder en duda el resultado.

I.- Un Presidente Fuera de Sí

Donald Trump no quiere ser el quinto presidente en la historia de los Estados Unidos en no lograr su reelección. Ese golpe es muy serio para su gigantesco ego.

Peor aún, el actual inquilino de la Casa Blanca se siente acorralado y ve complots en cada esquina. A lo que más le teme es a la investigación sobre sus finanzas y sus impuestos ya en curso. Si no logra su reelección, se sabe en problemas legales.

Charles Blow, del New York Times, lo define muy claro: Trump está herido, temeroso y por ello es peligroso.

II.- La Sombra de Elecciones Violentas

A lo largo de sus primeros cuatro años Trump se dedicó a sembrar odios, a difundir mentiras, a confrontar y a dividir a los norteamericanos. La hora de la cosecha de tempestades se acerca y ese día comienza hoy, con el equivalente a una Guerra Civil en las urnas.

Pero el presidente norteamericano ya fue pavimentando el camino para denunciar el fraude electoral. Y con sus hordas de extremistas e incondicionales está dispuesto a decretar una victoria que ya anticipó, pero que al mismo tiempo ya denunció que le quieren arrebatar.

Y si el resultado favorece a su rival demócrata Joe Biden, más vale que sea por cinco o más puntos. De lo contrario, Trump se puede instalar en protesta permanente en la Oficina Oval, negándose a dejar la Casa Blanca. Un verdadero cisma político para la que suele ser considerada la democracia más estable del planeta.

III.- Preparados para la Hostilidad

El ambiente político en los Estados Unidos está también enrarecido por los 10 meses de pandemia mal manejada, con cifras récord de contagios y muertes, por confinamientos que amenazan con ser más severos en las próximas semanas.

El temperamento de una nación que lucha sin éxito por reducir su drama sanitario –el peor manejo del mundo- está crispado y el estallido se puede dar a la menor provocación.

Y la furia de Trump sobre el posible resultado que no lo favorezca puede ser la chispa que detone el incendio social.

Desde tiendas en la Quinta Avenida, pasando por los bancos y alcanzando a la Guardia Nacional norteamericana, existe ya una alerta previniendo que el estallido social pueda darse.

Tanto que cientos de escaparates de comercios y cadenas comerciales ya fueron protegidos con madera, barricadas e incluso guardias especiales.

IV.- Para México Viene lo Difícil

Se equivocan los analistas que ven en la relación de Estados Unidos con México –en concreto la de Trump con López Obrador- la de un romance diplomático.

Si el presidente de los Estados Unidos fue muy condescendiente con México y con el debut de la Cuarta Transformación fue por dos razones.

Una, porque contra lo que se esperaba el presidente López Obrador le cumplió a su homólogo norteamericano todos sus deseos y caprichos. Nunca se faja de frente.

Desde frenar con la Guardia Nacional la ola migratoria desde Centroamérica hasta acelerar el cumplimiento de los convenios del agua, como los de Chihuahua y Tamaulipas.

Dos, porque Trump no quería violentar al electorado latino, sobre todo al mexicano. Los necesitaba para su reelección.

Pero si logra reelegirse, ahora si conoceremos el verdadero rostro de Trump frente a México. Y ya sin la posibilidad de repetir, ahora sí veremos de qué está hecha la política de abrazos entre el inquilino de la Casa Blanca y el de Palacio Nacional.

Pero lo que es todavía mas preocupante. Si el demócrata Joe Biden -como lo marcan las encuestas- se convierte en el nuevo presidente de los Estados Unidos, volverá por sus fueros el antiguo establishment norteamericano.

Los apellidos Clinton y Bush, entre otros, volveran a la arena política y con ellos en México se renovarán sus relaciones con los apellidos que en otros tiempos fueron cercanos a ellos. Salinas, Slim, Bremer.

Y eso sí instalaría a Washington y al gobierno de la Cuarta Transformación en una ruta de colisión muy distinta a la diplomacia hipócrita y utilitaria que vemos.

Sea como fuere, es un hecho que las próximas 24 horas serán las más largas en la historia de la democracia moderna. No solo para los norteamericanos. El mundo estará expectante.

Y la mezcla de una crisis sanitaria que vino a trastocar economía global, aunada con la psicología impredecible de un presidente que no contempla en su agenda la derrota, podrían crear una página inédita y violenta, muy peligrosa para la democracia.

Ojalá que el margen de la victoria, para uno o para otro candidato, sea lo suficiente para evirtarlo.

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