27 de octubre 2025
¡Que alguien me explique!
Amplía modus operANDY de Pemex al SAT y Aduanas
En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la Mafia de Morena, ese entramado de intereses conectados por la llamada pANDYlla del Huachicol, extendió sus tentáculos corruptores más allá de Pemex
Por Ramón Alberto Garza
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En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, la Mafia de Morena, ese entramado de intereses conectados por la llamada pANDYlla del Huachicol, extendió sus tentáculos corruptores más allá de Pemex. Y se adueñó del Sistema de Administración Tributaria -mejor conocido como el SAT- además de las posiciones clave en Aduanas y cinco dependencias estratégicas. Todo con un fin: tejer la red que facilitara operar a sus anchas el tráfico ilegal de combustibles sin pagar impuestos y proteger del acoso hacendario a transportistas, gasolineros y factureros por sus ilícitas ganancias.
Una vez que Andy López Beltrán, de la mano de Daniel Asaf -el Jefe de la Ayudantía presidencial- y de Marcos Herrería -el director de Administración y Finanzas de Pemex- cerraron su triángulo dorado del huachicoleo, se hicieron de una docena de aliados en las distintas instancias que aprobaban los permisos de importación de combustibles, supervisaban el contenido de pipas, ferrocarriles y buques, además de cuidar que no fueran molestadas las empresas que colocaban el ilícito combustible y las factureras que apoyaban en el blanqueo de esos ingresos.
Sin duda, el mejor aliado en esta trama de complicidades lo fue Antonio Martínez Dagnino, el director del SAT. Primo de Daniel Asaf y amigo muy cercano de Andy López Beltrán, Antonio Martínez Dagnino era el responsable de custodiar desde la Secretaría de Hacienda que las empresas -reales o fantasmas- creadas para blanquear los dineros del huachicol fiscal, no fueran molestadas fiscalmente.
Como escudera de Antonio Martínez Dagnino fue colocada Paloma Rachel Aguilar Correa. Ella era una de las integrantes originales de la Ayudantía del presidente Andrés Manuel López Obrador, aquellos jóvenes que fueron elegidos personalmente por Andy López Beltrán y su amigo Daniel Asasf con el pretexto de suplir al experimentado Estado Mayor Presidencial.
En el terreno de las Aduanas, una dependencia clave para solapar la introducción a México del huachicol fiscal, colocaron en la oficialía mayor a Alberto Becerra Mendoza, amigo personal de Gonzalo “Bobby” López Beltrán, hermano menor de Andy.
Y la operación quirúrgica de control del huachicol fiscal se extendió a cinco dependencias federales más, sin cuyo control la red de huachicoleo fiscal peligraba. Cada una de esas posiciones tenían facultades para otorgar o cancelar los permisos de importación de los combustibles introducidos ilegalmente a territorio mexicano, al igual que daban el visto bueno para su transportación por mar o por tierra.
A Ángel Carrizales López, uno más de la famosa Ayudantía Presidencial, le dieron la dirección ejecutiva de Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente. Esa es una posición que es propuesta directamente por el presidente en turno. Y aunque carecía de cualquier antecedente en el sector energético, Andrés Manuel López Obrador no reparó en aprobar lo que su hijo Andy López Beltrán y su amigo Daniel Asaf le proponían.
Junto con Ángel Carrizales también fue colocada en ASEA -en la Dirección de Asuntos Jurídicos- a Laura Josefina Chong, así como Rodulfo de la Fuente Pérez, a quien le asignaron la titularidad de la Unidad de Supervisión, Inspección y Vigilancia de ASEA.
En la Secretaría de Energía -y desde la dirección de Petrolíferos- el custodio de los intereses huachicoleros de la dupla Andy-Asaf era Iván Bernal Santana.
En la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria de Energía, ocupando la posición de Coordinador General de Manifestaciones de Impacto Regulatorio, fue colocado Gilberto Lepe Sáenz.
Una posición por demás crucial era la Comisión Nacional de Hidrocarburos, a donde fue enviado Rogelio Hernández Cázares, mientras que al CENAGAS fue enviado Abraham Alipi Mena, amigo íntimo de Andy López Beltrán, y cuyo sobrino, Alejandro Calderón Alipi, funge ahora como secretario de Salud en Tabasco, la tierra de la familia presidencial.
Controlando esta decena de posiciones en las dependencias clave que regulan la importación, venta, traslado y regulaciones ambientales, la triada Andy López Beltrán, Daniel Asaf y Marcos Herrería tomó el control de una nueva industria ilícita que les dejó, en lo personal, miles de millones de dólares a ellos, a cientos de gasolineros que se prestaron a traficar el combustible y, sobre todo, a Morena, el partido que se benefició de las utilidades del huachicol fiscal para crecer su control político y afianzarse en el poder.
Lo que verán a continuación es el entramado de intereses y complicidades que se fueron tejiendo en el gobierno de la Cuarta Transformación, en un intento -que resultó en vano- para esconder el mayor saqueo al Erario mexicano en los tiempos modernos:
El presidente Andrés Manuel López Obrador no mentía cuando presumía que, para ingresar a su Gabinete, a su círculo más cercano, era necesario un 90 por ciento de honestidad y lealtad, y sólo un 10 por ciento de experiencia.
Y eso lo puso en práctica -como en ninguna otra dependencia- en Pemex, donde la triada de la Mafia Negra o de Morena y su modus operANDY inundaron de jóvenes sin experiencia las posiciones claves de la paraestatal de la energía. No era necesario saber. Lo indispensable era obedecer. Poner la firma sobre los permisos, falsificar inspecciones y ocultar en empresas fantasma los miles de millones en dineros ilícitos del huachicol.
Su hijo András López Beltrán, de la mano de Daniel Asaf Manjarrez, su jefe de Ayudantía y amigo íntimo de Andy, además de Marcos Herrería, el director de Administración y Finanzas de Pemex, fueron los responsables de que esa empresa estratégica para el desarrollo de México fuera operada por jóvenes inexpertos, incautos y, salvo honrosas excepciones, sin preparación alguna. Sólo hacía falta mostrar una lealtad y una sumisión a toda prueba para crear una nueva y corrupta industria privada, al amparo del poder público: la del huachicol fiscal.
Pero para ello, no era suficiente con asumir el mando de una docena de direcciones en Pemex. Hacía falta dominar otras áreas clave en la Secretaría de Energía, en la Comisión Nacional de Hidrocarburos, en la ASEA, en el CENAGAS, pero sobre todo en Aduanas y en el Sistema de Administración Tributaria, mejor conocido como el SAT.
Fue esa red de amigos íntimos de Andy López Beltrán -compañeros de generación, condiscípulos de escuela- la que hizo posible que, durante al menos los primeros tres años del gobierno de su padre, pocos detectaran el contrabando de combustibles desde Estados Unidos hacia México.
Una pieza clave de ese entramado de complicidades lo fue Antonio Martínez Dagnino Asaf, todavía hoy en el nuevo gobierno director del SAT.
Antonio Martínez Dagnino Asaf se instaló en esa posición desde que fue un eficiente recaudador en el área de Contribuyentes Mayores, donde logró recuperar miles de millones de pesos en impuestos evadidos por grandes empresas, en los días en que la directora del SAT era la implacable Raquel Buenrostro.
Ese mérito le valió a Antonio Martínez Dagnino Asaf que su primo, Daniel Asaf Manjarrez, desde la Ayudantía Presidencial, y que su amigo Andy López Beltrán -los tres rondan los 36 años de edad- lo promovieran ante el inquilino de Palacio Nacional para que se hiciera cargo del SAT, cuando Raquel Buenrostro fue designada en octubre de 2022 como Secretaría de Economía, en sustitución de Tatiana Clouthier.
La tarea principal de Antonio Martínez Dagnino Asaf -y de sus allegados- fue la de vigilar un padrón de traficantes de combustibles, de gasolineros y de factureros que blanqueaban los ilícitos ingresos. Ninguno, salvo que se ordenara lo contrario, debía ser molestado en sus asuntos fiscales para que el contrabando de combustibles fluyera con facilidad.
La cercana relación de Asaf Manjarrez y Martínez Dagnino Asaf viene porque ambos son nietos de Jorge Asaf Bala, quien de acuerdo a la publicación Cuba Debate -fechada el 30 de enero de 2019- presuntamente acabó en prisión acusado de tráfico de drogas. Dicen que lo llamaban “El Al Capone de México”. Algo sabría de evadir impuestos. De hecho, el abuelo de Daniel Asaf y de Antonio Martínez Dagnino Asaf se vio involucrado en el caso de tráfico de drogas que culminó con la muerte de Humberto Mariles, la gloria ecuestre mexicana en los Juegos Olímpicos de Londres de 1948.
Antonio Martínez Dagnino Asaf fue de aquellos a los que el presidente Andrés Manuel López Obrador condicionó a su sucesora, imponiéndose para que al amigo de Andy y primo de Asaf se le respetara la dirección del SAT. La red huachicolera operaba sin contratiempos y eso lo valoraron, en su momento, sus padrinos en Pemex. Nadie en el sexenio lopezobradorista fue molestado por traficar gasolina o diésel. El presidente ni se ocupaba de ese latrocinio fiscal en su mañanera.
Otra de las dependencias de las que se adueñaron los hijos del presidente Andrés Manuel López Obrador fue la de Aduanas. El primer titular de Aduanas, Ricardo Peralta Saucedo, no duró un año en su cargo. Fue sorprendido desde los centros de inteligencia norteamericanos como protector de Sergio Carmona Angulo, el llamado “Rey del Huachicol”, que meses más tarde sería asesinado en San Pedro Garza García.
Famosa es la fotografía revelada por Código Magenta en abril de 2023, en la que el entonces director de Aduanas, Rafael Marín Mollinedo -primo de Nicolás Mollinedo, el chofer del presidente Andrés Manuel López Obrador-, fue captado con José Ramón López Beltrán negociando con dos presuntos huachicoleros, en el restaurante Pappadeaux, de McAllen, Texas. Marín Mollinedo no soportó las presiones ni los negocios bajo la mesa de los hijos del presidente López Obrador y renunció.
El personaje de más confianza colocado en Aduanas por la triada López Beltrán-Asaf-Herrería fue Alberto Becerra Mendoza, un maestro de baile de Salsa y Bachata que gracias a su amistad con Andy y con José Ramón López Beltrán fue reclutado en la Ayudantía presidencial creada por Daniel Asaf. De ahí fue enviado en enero de 2023 para ser el Administrador General de Recursos y Servicios en Aduanas. Su mancuerna en esa posición fue María Guadalupe Hernández Rodríguez, amiga de Andy López Beltrán, quien fue primero directora de Apoyo Legal en Petrolíferos en la Secretaría de Energía y ahora despacha como titular de Asuntos Jurídicos de la Comisión Nacional de Energía. En estas posiciones, su tarea era firmar las validaciones jurídicas para los permisos de exportación e importación, transporte, almacenamiento y distribución de hidrocarburos. Es decir, la custodia del huachicol fiscal para dejar pasar como aceites -sin pago de impuestos- lo que en realidad eran combustibles que debían cubrir el IVA y el IEPS.
A partir del control del SAT y de Aduanas todo se facilitó para la triada Andy-Asaf-Herrería, quienes se apoderaron del control de las dependencias que, en mayor o menor medida, tenían que ver con la importación de combustibles.
A Ángel Carrizales -otro de los miembros de la Ayudantía presidencial al mando de Daniel Asaf- se le instaló con calzador en la poderosa Agencia de Seguridad, Energía y Ambiente -la ASEA- una posición que por su importancia es designada directamente por el presidente. Su nombramiento fue para facilitar que se le otorgaran los permisos ambientales a la refinería de Dos Bocas.
Previo a su instalación al frente de la ASEA, Ángel Carrizales había sido rechazado en cinco ocasiones por el Senado. Buscó, sin éxito, presidir la Comisión Reguladora de Energía y el Fondo Mexicano del Petróleo. Lo consideraban falto de experiencia, un neófito en asuntos energéticos. Jamás imaginó que alcanzaría la cúspide de la dependencia que más incide en la política energética nacional. Junto con Ángel Carrizales fue colocada Laura Josefina Chong en asuntos jurídicos de la ASEA.
La dupla Andy-Asaf también se apoderó de la Comisión Reguladora de Energía. Hasta ahí llevaron a otro de los amigos íntimos de Andy, de nombre Rogelio Hernández Cázares. La disputa por esa posición se dio nada menos que entre el presidente Andrés Manuel López Obrador -quien buscaba que se designara a Paola Elizabeth López- y la dupla Andy-Asaf que acabaron por imponer a Rogelio Hernández Cázares. Sus permisos eran cruciales para favorecer a las empresas de la Mafia Negra de Morena. Tan poco profesional fue su paso por la Comisión Reguladora de Energía, que Rogelio Hernández fue obligado a presentar su renuncia en medio de acusaciones de corrupción.
Un amigo íntimo más de Andy López Beltrán fue llevado a ocupar la titularidad de CENAGAS. Su nombre: Abraham Alipi Mena, integrante de “El Clan”, el círculo íntimo del hijo del presidente que, en su momento, fue revelado por Carlos Loret en su sitio Latinus, y quien es tío de Alejandro Calderón Alipi, amigo también de Andy y actual secretario de Salud en Tabasco.
Dos posiciones más fueron ocupadas por la triada Andy-Asaf-Herrería.
Gilberto Lepe Sáenz, cercano de Andy López Beltrán, quien desde la coordinación de Manifestaciones de Impacto Regulatorio fue comisionado a desparecer la Comisión de la Unidad de Hidrocarburos de la CNE. Ahí era el responsable de firmar los permisos para exploración, extracción, transporte, almacenamiento, distribución y tarifas de petróleo crudo, gas y petrolíferos, una posición vital para operar el huachicoleo fiscal.
Iván Bernal Santana fue también designado Director General de Petrolíferos de la Secretaría de Energía. Desde esa cartera manejada por Rocío Nahle era el responsable de autorizar los permisos de importación de hidrocarburos, petrolíferos y petroquímicos.
Al final del día, la triada Andy-Asaf-Herrería acabó por traicionar el mantra del evangelio de Andrés Manuel López Obrador. Su fórmula, al concluir el sexenio, fue 90 por ciento corrupción y 10 por ciento obediencia ciega al superior. La honestidad fue asfixiada entre millones de litros de huachicol fiscal. Y la experiencia -aunque fuera del 10 por ciento- esa nunca existió. La amistad y el parentesco familiar fueron la clave de ese encubrimiento.
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