29 de mayo 2024
¡Que alguien me explique!
Alejandra sin moral
¿Por qué tiene Morena que salir a fichar, a cuatro días de la elección presidencial, a la priista mexiquense Alejandra del Moral, para sumarla a la campaña de Claudia Sheinbaum?
Por Ramón Alberto Garza
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Si el arroz ya se coció, si la elección es un trámite o si el presidente Andrés Manuel López Obrador la califica como un plebiscito, ¿por qué tiene Morena que salir a fichar, a cuatro días de la elección presidencial, a la priista mexiquense Alejandra del Moral, para sumarla a la campaña de Claudia Sheinbaum?
Sí, estamos hablando de la misma priista que contendió por la alianza PRI, PAN, PRD, en la última elección para gobernador del Estado de México. La misma que fue derrotada por Delfina Gómez por un margen mucho menor al que se esperaba. La de la alianza tricolor-azul que logró 2.8 millones de votos frente a una alianza morenista que consiguió 3.4 millones de votos. Una diferencia de apenas el 8 por ciento, no del 24 por ciento como se pronosticaba.
La respuesta al por qué “comprar” a última hora esa carta tricolor es clara: porque en Morena no están seguros de tenerlas todas consigo, porque a pesar de las encuestas que ubican al partido en el poder dos dígitos arriba de Fuerza y Corazón por México, saben que a la Sheinbaum le faltan votos, que el margen no es tan holgado como presumen.
Sólo así puede explicarse que la candidata presidencial de Morena acepte a quien hace apenas un año sus correligionarios la acusaban de ser un títere del llamado Grupo Atlacomulco.
En el fondo, lo que hay detrás de ese “chapulineo” de Alejandra del Moral están las presiones de Enrique Peña Nieto, Luis Videgaray y Alfredo del Mazo, quienes suscribieron un pacto con el inquilino de Palacio Nacional.
Ese pacto, que se operó en la transición de 2018, incluye el no perseguir ni a Peña Nieto, ni a Videgaray, ni a Osorio Chong y tampoco a Del Mazo, a cambio de que se garantizara el reconocimiento sin conflictos del triunfo de López Obrador y una transición pacífica con la promesa de entregar a Morena el Estado de México, la entidad más poderosa en cantidad de votantes de todo el país.
Con 10.5 millones de ciudadanos en edad de votar, el Estado de México es electoralmente dos veces los 5.2 millones de electores de Jalisco o tres veces los 3.4 millones de votantes de Nuevo León.
En 2023, el pacto se cumplió al pie de la letra. Alfredo del Mazo traicionó a los tricolores que lo eligieron gobernador en 2017 y movilizó a sus simpatizantes en favor de Morena y Delfina Gómez. La factura a cobrar: que no se le persiguiera. Está cumplida.
Pero eso hoy ya no es suficiente. Y con la operación de Luis Videgaray se ejecutó la petición desde España del ex presidente Peña Nieto para convencer a Alejandra del Moral a que cambiara de tricolor a morenista. Después de todo estamos hablando de 2.8 millones que votaron por ella. Nada despreciables.
Pero el anuncio no cayó nada bien en el llamado Grupo Atlacomulco, y de inmediato salió el ex gobernador Arturo Montiel a decir que Alejandra del Moral no se llevaba nada del PRI a Morena.
Y a sólo cuatro días de la elección que definirá el futuro de México, al menos por los próximos seis años, Alejandra del Moral acepta trabajar para la causa morenista que hace apenas unos meses la despreciaba, la insultaba, la acusaba de corrupta y de ser manipulada por una secta política. Eso es no hacer honor al apellido, sino es no tener moral.
Está claro, pues que, desde la comodidad de su mansión en España, cuidado por el capelo de impunidad lopezobradorista que adquirió en aquel pacto del 2018, Enrique Peña Nieto continúa operando para la Cuarta Transformación.
Tal parece que el ex gobernador mexiquense y último presidente priista también quiere un segundo piso para su pacto. Y Alejandra del Moral es su primera piedra.
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