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8 de septiembre 2020

Opinión

#YoQueVoyASaber | De exiquisito mal gusto

Yo qué voy a saber

Perdón, pero a mi no me importa si esa mujer compró ese tigrillo de manera legal, tenerlo como mascota es estúpido, irresponsable, cruel y, sobre todo, de exquisito mal gusto.

Por Redacción Magenta

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Cuando vi la foto de esta mujer paseando a un tigrillo en un centro comercial de Polanco me hirvió la sangre.
La imagen del cachorro de tigre, atado a una correa de perro y con una ridícula playera gris me pareció, además, terriblemente triste.

Sobre todo por el total desprecio por la dignidad de la vida de ese pobre animal expuesto al ruido y a la multitud de una plaza, solo para que sus dueños lo presuman como un pequeño accesorios que pueden pagar.

¿Imaginan la cantidad de estímulos auditivos, de olores y de movimiento que tuvo que asimilar el tigrillo en la plaza?

Un tigre no es un gato domesticado. Es absurdo pensar que alguien lo vea así.

Pero lamentablemente muchos piensan eso, pues según las cifras del Fondo Mundial para la Naturaleza en el mundo existen más tigres reducidos a la condición de mascotas, que en libertad.

Es increíble el nivel de egoísmo y soberbia al que pueden llegar algunas personas.

Comprar un tigre de manera legal en nuestro país puede costar hasta 2 mil dólares, pero mantenerlo requiere de un gasto mensual que va de 400 hasta 2 mil dólares.

Me parece devastador que, en aras de su grandísimo ego, se confine a esos pobres animales a una vida antinatural.

Un tigre no es una mascota y tenerlo no solo es una crueldad, si no también un riesgo.

Los ataques de felinos hacia sus cuidadores son comunes… ¡porque son animales salvajes!

Según datos del Fondo Mundial para la Naturaleza algunos dueños de esos animales exóticos recurren a procedimientos extremadamente crueles para mantenerlos en casa, como arrancarles las garras o extraerles los colmillos.

Y por supuesto, muchas de estas “mascotas» compradas -legal o ilegalmente- cuando son bebés, son abandonadas a medida que crecen y se vuelven imposibles de controlar.

Hace apenas unos días, la Guardia Nacional informó que durante el confinamiento por la pandemia aumentó 40% la “donación” de animales exóticos a zoológicos, pues los propietarios ya no podían mantenerlos en sus casas.

Por si fuera poco, en México el tráfico de estos animales supera al tráfico de armas.

Algunos son robados de su hábitat nativo, otros son «excedentes» de zoológicos, y otros más provienen de criadores de traspatio.

De acuerdo al INEGI, el tráfico ilegal de vida silvestre genera ganancias de hasta 100 mil millones de dólares anuales.

Así que perdón si no me importa si ese animal fue comprado de manera legal o no, para mi, quien tiene un tigre como mascota evidencia tres cosas clarísimas: que tiene mucho dinero, que tiene muy poca clase y que tiene un complejo de inferioridad que raya en lo enfermizo y debería usar ese dinero para atenderse.

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