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¡Que alguien me explique!

Pabellón ‘M’oches

Deberíamos fumigar la plaga de roedores que aparecen por dondequiera en la administración de 'El Bronco' y que despachan en oficinas alternas en el Pabellón M

Por Ramón Alberto Garza

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Cuando andaba en campaña como candidato, Jaime “El Bronco” Rodríguez se desvivía por elogiar a los medios de comunicación que le daban especial cobertura a sus esperanzadoras propuestas independientes.

Pero ser candidato y prometer es una cosa, y ser gobernante y cumplir es otra. Nada distinto para un disfrazado de “independiente”.

Conforme pasan los días, y ya tiene 17 meses en el poder –o en el no-poder- el famoso Bronco se vuelve cada día más intolerante hacia los medios de comunicación que cuestionan lo que hace y lo que no hace.

Se siente un iluminado, un Niño Fidencio de la política mexicana que por el simple hecho de venir de un ejido de Galeana, se le tiene que alabar cuanto “milagro” dice que hace. Un Donald Trump, región cuatro.

En su último sermón de esta semana, dando el banderazo a una campaña de fumigación para frenar su irresponsabilidad de que sea Nuevo León el campeón nacional en muertes por influenza, el gobernador “independiente” volvió a las andadas.

Y cuestionó que medios como El Norte le restrieguen en la cara el que se estén desbordando las contrataciones de burócratas y por ende el gasto corriente, cuando las finanzas estatales están casi en la quiebra.

Frente al incompetente secretario de Salud, su compadre Manuel de la O, quien tiene ya a cuestas el récord nacional de 50 muertes de influenza, con una dependencia dedicada más a sobornar restauranteros con el reglamento de fumadores, El Bronco dijo que hay que fumigar a los medios.

Con todo respeto, señor gobernador, los medios no somos ni plaga, ni virus como para ser fumigados.

Plaga son ustedes, los políticos, que para alcanzar el poder empeñan el alma y luego andan haciendo malabares para recuperar del Erario lo mucho que le invirtieron para hacerse del poder.

Tendríamos que comenzar por fumigar sus discursos, plagados de insolencias, sandeces y malas palabras, banales ocurrencias del momento, pero poco profundos y muy superficiales.

Deberíamos fumigar también a la plaga de roedores que aparecen ya por dondequiera en su administración y que despachan haciendo “gestoría” en oficinas alternas en el Pabellón M, mejor conocido hoy como el Pabellón Moches.

Habría que ver cómo curarle el virus de la soberbia y la altanería a algunos personajes de su gobierno, como su secretario Manuel González, plagado de tantas complicidades, que aún cuando lo exhibe frente al presidente, usted no tiene ni la fuerza ni la calidad moral para ponerle un alto.

Sería obligatorio fumigar a todo su círculo cercano, contagiado por la fiebre de la ambición que les despierta la posibilidad de ser su relevo en la gubernatura, cuando usted decida abortar la voluntad ciudadana para irse a buscar, en ancas de su Tornado, la silla presidencial.

Y ni qué decir de la fumigada que exige la epidemia de nepotismo, que se exhibe desde su oficina bajando por todos los escalones de su gobierno, que agoniza en medio de los espasmos de la decepción ciudadana.

Por eso le insistimos en que no quiera hacerle al Donald Trump región cuatro, fabricando pleitos con los medios como distractores de sus profundas incompetencias y su vacuidad mental. Hay niveles entre Nueva York y Galeana.

Mejor dedíquese a buscar resultados, que se ocupan.

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