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3 de mayo 2024

20 de abril 2024

Opinión

#LosTaconesDeMarcela | El Silencio de los Empresarios

Los Tacones De Marcela

En un estado fallido y a dos meses de unas elecciones que pintan para ser unos comicios impuestos por el actual gobierno, los empresarios mexicanos… ni sus luces

Por Marcela Garza Barba

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En un estado fallido y a dos meses de unas elecciones que pintan para ser unos comicios impuestos por el actual gobierno, los empresarios mexicanos… ni sus luces.

Era para que a estas alturas, los empresarios de nuestro país estuvieran unidos, en pos de la tan deseada democracia, pero todo lo contrario; ahí están, creando encuentros de “Prosperidad Compartida” con olor a pactos, con una candidata impuesta por el presidente actual, Claudia Sheinbaum.

A ver, un segundo.

¿De qué prosperidad hablamos?

Ese poder que los empresarios de nuestro país presumen tener se resume a nada al convertirse en espectadores de esta masacre democrática.

Por algo dicen que el silencio es la voz de la complicidad, ¿no?

Y mientras tanto, el aún presidente Andrés Manuel López Obrador y los suyos, hacen y deshacen a su antojo la economía, la seguridad, la educación, la salud y la política de nuestro querido México.

¿Dónde quedaron aquellos empresarios que se oponían tajantemente a los tintes nacionalistas de un Luis Echeverría, por ejemplo?

¿Aquellos que al contrario de pactar o callar levantaban su voz sin miedo a represalias y en pos de la democracia de su país?

Hoy, mientras los empresarios mexicanos callan, el presidente se aprovecha y sube el volumen a conveniencia de su gobierno, de su 4T, de su dizque transformación.

Le roba al pueblo de México lo más preciado, su democracia.

¡Levanten la voz de una vez por todas, antes de que sea demasiado tarde!

Les voy a confesar algo.

Fui de las que creyó en esa transformación que tanto nos vendieron.

Pensé que nuestro país ya estaba tan herido por las prácticas monopólicas del viejo PRI y que el PAN no había logrado el cambio tan prometido del “hoy, hoy, hoy”, que una transformación de raíz, bajo un supuesto sistema diferente, cambiaría nuestra cultura política putrefacta.

Me equivoqué y seguramente, al día de hoy, muchos igualmente se arrepienten.

Al año de que Andrés Manuel López Obrador se sentó en la silla presidencial supe que esa transformación, que se vendió como pan caliente durante su campaña, era una transformación maquillada a la vieja usanza.

Era más de lo mismo o peor.

Unas tantas veces lo externé en este mismo espacio, cuando unos tantos aún mantenían una esperanza cuatroteísta.

AMLO, astutamente, logró que a los mexicanos se nos borrara su historial priista a cambio de un voto de confianza.

Durante su campaña como candidato de la coalición “Juntos Haremos Historia”, en 2018, se sentó con empresarios para “limar asperezas” y hasta los dejó de llamar la “Mafia del Poder” (apodo que volvió automáticamente, una vez sentado en la silla presidencial).

En esa reunión de 2018 trascendió que, tanto para AMLO como para los empresarios, era importante que a México le fuera bien.

Y cito textual: “Lo más importante es que hay el acuerdo de que, si ganamos, vamos a tener una relación de cooperación entre el sector privado y el sector público. Va a haber acuerdos para impulsar el desarrollo, para que mejore la situación económica y social del país”.

Ahora sí que, las palabras se las lleva el viento, porque nada más lejos de la verdad en la que ahora estamos inmersos, gracias a la ingobernabilidad y a la corrupción de la 4T.

Y es que, al igual que el ex presidente Luis Echeverría, López Obrador quiere instaurar un sistema autoritario a toda costa.

Uno en el que se consolide el poder en un solo gobierno, su gobierno.

Y les digo algo, lo está logrando.

Para él esa es la transformación.

Nacionaliza la energía a su antojo para que el Estado sea el mayor generador de energía en México. 

Militariza al país diciendo que lo que hay es un “pueblo uniformado”, mientras el gasto militar crece un 41.5 por ciento durante su gobierno.

Se duplica el huachicol en su sexenio, mientras salen a la luz investigaciones que apuntan al beneficio de los suyos.

Y ni qué se diga de las obras insignia del presidente, no importa si se triplican en costo.

Es evidente la corrupción, pero nadie hace ni dice nada… con pruebas en mano.

Me pregunto: ¿el fin justifica los medios?

Aunque el fin tampoco está claro.

Ahí está el Tren Maya.

Pasó de un costo de más de 156 mil millones de pesos a más de 470 mil millones de pesos.

Dos Bocas.

De 8 mil millones de dólares terminó costando entre 16 mil y 17 mil millones de dólares.

¿Caprichos cuatroteístas?

Esto, sumando la militarización de las obras, la cual a puerta cerrada no es bien vista por los empresarios.

Después de todo se le ha concedido un gran poder económico tanto a la Sedena como a la Marina.

Sedena y Marina, en tan sólo el último año de gobierno de AMLO, obtuvieron el 17 por ciento del gasto público.

¿Pero a puerta abierta, públicamente, qué dicen los empresarios de esto?

Nada.

Mejor callar que enfrentarse con el tema de las Fuerzas Armadas.

En lo que se refiere a corrupción, bajo el mandato de este gobierno, ni se diga.

Los hijos de AMLO, la Casa Gris y el tráfico de influencias con sus amigos más cercanos como Amílcar Olán.

El “huachicoleo” a plena luz del día, comprobado y denunciado.

Los programas del Bienestar maquillados en un bien para el pueblo cuando la realidad es que nadan en la opacidad y la corrupción.

Ahí están las reformas en fast track de AMLO, entre ellas, una de sus banderas más importantes, la pensión de adultos mayores.

Irónico que ahora se quieran robar, porque esa es la palabra, “robar”, la pensión de las personas de más de setenta años que no la han reclamado.

¿A dónde irá ese dinero?

Nadie sabe, nadie supo, nadie preguntó.

Que se encargue el Congreso, que para eso está.

Pero, ¿y los empresarios?

Ni sus luces.

Y ni qué decir de las fallidas estrategias de educación, seguridad, economía y salud.

Hay dinero para las campañas electorales, hubo un incremento de más del 36 por ciento en financiamiento público federal para los partidos políticos, comparado al de 2018, mientras que los recursos en educación cayeron casi el cuatro por ciento entre 2015 y 2024.

Con los “abrazos, no balazos”, el costo de inseguridad se incrementó en un seis por ciento.

Aparte del miedo y la intranquilidad, a los mexicanos la inseguridad nos cuesta el uno por ciento del PIB.

En cuestión de economía, el presidente intenta recurrir al nacionalismo unas cuantas veces para no cumplir en temas de gran importancia como el T-MEC, el cual produce el 55 por ciento del PIB del país.

Y propone reformas constitucionales que costarían el 4.1 por ciento del PIB.

Con razón alguna vez AMLO dijo que no se mediría el PIB, sino la felicidad… ¿Cuál felicidad?

Si para rematar, la iniciativa de López Obrador para borrar organismos autónomos acabará con el nearshoring, según alertó la IP.

Y del balance de poderes ni se diga.

Cada vez más secuestrados por un autoritarismo descarado.

Hasta ya se politiza la justicia.

Estrategias no hay, pero lo que sí hay es el descaro de los que dizque salvaguardan o salvaguardaron dichos rubros.

Manuel Bartlett.

Rocío Nahle.

Hugo López-Gattel.

Rosa Icela Rodríguez.

Leticia Ramírez.

Luis Crescencio Sandoval.

Raquel Buenrostro.

¿Dónde están los empresarios cuando más los necesita su país?

¿Dónde están los empresarios, como aquellos que se pronunciaron en contra del gobierno nacionalista de Luis Echeverría?

No los veo.

No los siento.

No los escucho.

Simplemente, no están.

Salvo alguno que otro que le pone un hasta aquí a las andadas presidenciales.

Otros que, con alevosía y ventaja, sacan su tajada del estilo de gobernar nacionalista y autocrático de AMLO.

Pero hay muchos empresarios más.

¿Dónde están?

¿Ocupados complaciendo a la candidata del bastón de mando, porque no vaya a ser que gane y entonces sí?

¿Qué más necesitan hacer los del actual gobierno para que despierten?

Si ya nos están robando a todas luces, no hay nada peor que se pueda hacer.

Sólo callar y ser cómplices de una de las peores masacres democráticas de México.

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