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¡Que alguien me explique!

Graco y la Conago

Hacía años que la Conferencia Nacional de Gobernadores, mejor conocida como la CONAGO, no vivía tiempos mejores que dignificaran la causa por la que se fundó

Por Ramón Alberto Garza

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Hacía años que la Conferencia Nacional de Gobernadores, mejor conocida como la CONAGO, no vivía tiempos mejores que dignificaran la causa por la que se fundó.

Este sindicato de mandatarios estatales fue creado en 2002 como un mecanismo de diálogo de los gobernadores priistas con el primer gobierno federal panista, buscando crear mejores condiciones para que los mandatarios estatales pudieran exigirle a la federación un trato fiscal mas justo e igualitario.

Pero como desde su fundación la mayoría de los gobernadores eran de extracción priista, aquellas reuniones que en principio eran sobrias, frecuentes y con propuestas, acabaron en esporádicas mega pachangas de largos fines de semana, en alguna playa o centro turístico nacional.

Todo ese jolgorio derivó en una competencia para ver quien atendía mejor a sus colegas gobernadores, con fiestas, banquetes, tours y un sin fin de edecanes, pagado todo con nuestros impuestos.

La Conago fue sufriendo el mismo deterioro en imagen que la de una buena mayoría de sus integrantes gobernadores, que se volvieron con el paso de los años superficiales, frívolos, gastones, despilfarradores y en no pocos casos muy corruptos.

Hasta que Graco Ramírez se asumió como su presidente y poco a poco le fue recuperando algún brillo y dignidad a lo que parecía ya condenado a desaparecer por inútil y dispendioso.

Fue un trabajo cuesta arriba para el gobernador de Morelos,  a quien por la pluralidad con la que se fue componiendo el mosaico de gobernadores, parecería que la Conago acabaría por agonizar en esa diversidad política aparentemente irrenconciliable, con un enorme choque de egos y competencia de chequeras.

Pero con una estrategia seria, con destino, y sin duda retado frente a la devaluación del oficio, después de que media docena de gobernadores escandalizaron a México, la Conago de Graco inició su revitalización.

Y en medio de los escándalos de Javier Duarte, Tomas Yarrington, Guillermo Padrés, Rodrigo Medina, César Duarte y Roberto Borge, el gobernador perredista fue tejiendo fino para impedir que se desplomara la escasa unidad e interés que se mantenía por el sindicato de gobernadores.

Su actitud de diálogo frente a un golpeado presidente Enrique Peña Nieto y sus actitudes conciliatorias con sus secretarios de Estado, le ganaron una revaloración de esa posición.

Mas aún, en medio de la crisis política en el que Donald Trump hizo del odio hacia los mexicanos su carta electoral mas poderosa, Graco se apersonó en distintos estados de la unión americana para sentarse con sus colegas gobernadores norteamericanos para defender la dignidad nacional.

Y dialogó con ellos al grado de que algunos no mostraron timidez en confrontar las posturas anti-mexicanas de Trump. La presencia activa de Terry McAuliffe, gobernador de Virginia, en la última reunión presidida por Graco, da fe de que se hizo la tarea.

Pero para aquellos que todavía duden del mérito del gobernador de Morelos, baste decir que el bastón de mando se lo entregó nada menos que a Miguel Mancera.

Si la Conago viviera todavía aquellos devaluados y sombríos días, ¿creen que el precandidato puntero del PRD a la candidatura presidencial del 2018 habría tomado el riesgo de recibir la herencia?

Lo dicho. Cuando se quiere, se puede. Y en medio de tantas justas condenas a la pobre calidad de muchos de los gobernadores –pasados y presentes- Graco Ramírez puso la muestra.

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