Enrique Ochoa y el PRI

Cuando Luis Donaldo Colosio fue designado presidente del PRI EN 1988 la sorpresa inundó las filas del tricolor.

Era un hombre demasiado cercano al entonces presidente Carlos Salinas de Gortari a quien le urgía reconstruir un partido que en los hechos perdió la elección presidencial de 1988 frente a la disidencia de Cuauhtémoc Cárdenas.

Con apenas 38 años de edad, Colosio que había transitado solo por una diputadación y estaba por estrenarse como senador.

Relevaba a un poderoso Jorge de la Vega Domínguez, de 55 años, que traía en sus alforjas la gubernatura de Chiapas, la dirección de Conasupo y la secretaría de Comercio.

Los priistas tradicionales no le tenían mucho respeto al sonorense egresado no de la UNAM, sino del Tecnológico de Monterrey, porque lo consideraban inexperto y provinciano.

Y a un año de entrar en la dirigencia tricolor, se convirtió en el primer presidente del PRI en aceptar la derrota en una gubernatura, la de Baja California Norte, con el panista Ernesto Ruffo.

A pesar de todo, Colosio logró reagrupar a un PRI que se deshacía tras la sangría de la ruptura creada por la llamada Corriente Democrática apadrinada por Luis Echeverría y personificada por Cuauhtémoc Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo.

Viene este preámbulo de la historia reciente del tricolor, para enfocar la posibilidad de que Enrique Ochoa, se convierta en el próximo presidente del PRI.