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6 de abril 2017

¡Que alguien me explique!

El escándalo Tecnoradio

El traspaso de frecuencias AM y FM de Tecnoradio por un precio de 287 millones de pesos acaba siendo un asunto meramente económico

Por Ramón Alberto Garza

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El Instituto Federal de Telecomunicaciones es una entidad que se presume es independiente, ciudadana y ajena a presiones –sean políticas o económicas- de quienes buscan la dominancia del sector.

Fue creado precisamente para que con absoluta independencia, el otorgamiento de las concesiones de telefonía, radio y televisión, no acabaran concentradas en pocas manos, con intereses poco legítimos.

Y todo parecía operar como reloj, hasta que se vino encima el escándalo de las últimas 157 licitaciones de radio, en FM Y AM en la que todo indica que factores económicos –y quizas politicos- acabaron por entregarle a un solo postor casi el 25 por ciento de esas frecuencias.

Es decir, el organismo responsable de evitar esas concentraciones, terminó concentrando una de cada cuatro de las nuevas frecuencias en un solo postor.

Pero el escándalo mayor no es la concentración en sí misma, que ya es en extremo criticable para quienes en esencia deben de buscar la diversificación, sino a quienes se la otorgaron.

Se trata de de una corporación llamada Tecnoradio, hasta ahora un jugador desconocido en el mundo de las radio en México. Y qué bueno que lo sea, si al final del día de lo que se trata es de diversificar la oferta radiofónica con nuevos grupos.

Pero cuando se piden los nombre de los socios de Tecnoradio, se arma un galimatías y una serie de confusas explicaciones sobre la venta de última hora de la empresa a un puñado de inexpertos y ajenos al sector, de quienes poco o nada se sabe.

El hecho es que entregar 34 frecuencias de FM Y 3 de AM en 18 estados no es poca cosa. Mucho menos lo es el monto a pagar, que son 287 millones de pesos.

En un México convulso por el choque de intereses de todo tipo, es necesario saber de cierto quienes son y de dónde proceden esos personajes y esos dineros.

Sobre todo en una industria como la radiofónica, que no vive su mejor momento financiero y en el que muchos concesionarios están optando por “rentar” a terceros sus frecuencias, en poblaciones medianas o pequeñas al mejor postor.

Y como esa renta acaba siendo un asunto meramente económico, los poderosos –sean politicos, empresarios o narcos- acaban por adueñarse de una frecuencia que manejan a favor de sus ilegítimos intereses. Y los concesionarios originales terminan siendo solo una fachada.

Por eso el Instituto Federal de Telecomunicaciones tiene una papa muy caliente en sus manos. Porque por donde se le vea, no existen suficientes elementos como para presumir de un proceso claro y transparente. El mero monto económico del pago por las frecuencias no es suficiente para justificar la decisión.

¿Podríamos, por ejemplo, ver las últimas declaraciones patrimoniales de los que ganaron la licitación, para entender si tienen lo suficiente para poner sobre la mesa o pedir prestados los 287 millones de pesos?

Por los nombres reales que parecen estar detrás de los simples y desconocidos nombres de papel, todo apuntaría a que el cabildeo de el otorgamiento de esas frecuencias pasa por un padrinazgo político.

Y ese no puede ser otro que el de quien entiende que para el 2018 se vienen tiempos difíciles para algunos de los que hoy están en el poder. Y al final del día solo estarían recolectando fichas para defenderse o para jugar su propia partida.

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