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3 de julio 2024

1 de julio 2024

¡Que alguien me explique!

Biden debe ceder

El clamor es generalizando entre los demócratas de los Estados Unidos: Joe Biden, el presidente que intenta su reelección, debe abandonar la carrera presidencial

Por Ramón Alberto Garza

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El clamor es generalizando entre los demócratas de los Estados Unidos: Joe Biden, el presidente que intenta su reelección, debe abandonar la carrera presidencial.

Su pobrísimo desempeño en el primer debate del pasado jueves frente a su oponente republicano, Donald Trump, no deja lugar a dudas. Biden ya no es un hombre apto para conducir a la nación que todavía presume ser la más poderosa del planeta.

Sus dramáticos lapsus en los que perdía el sentido, sus frases inconclusas y sus respuestas sobre temas ajenos a los que se le cuestionaban, son la prueba más clara de que por edad, por debilitamiento biológico natural, Biden debe decir “hasta aquí”.

Sobre todo, cuando frente a él se encuentra la opción de un Trump que altanero, mentiroso, sin escrúpulos, con su beligerancia y su carácter no sólo confrontativo, sino retador al modelo institucional, amenaza con retomar el control de la Casa Blanca para consumar la revancha que la mayoría del electorado le negó por estrecho margen en las urnas en 2020 y que por nada termina con una crisis constitucional frente a la toma del Capitolio.

Triste y muy deplorable que el futuro de la nación que se ostenta como  guardián de la democracia, de la economía y de la seguridad internacional, se debata entre un mandatario decrépito, con la mirada perdida, y un confeso delincuente sentenciado, que miente, falsifica documentos, evade al Fisco y es hallado culpable de comprar el silencio de una dama de compañía para acallar un escándalo sexual.

Tiene razón el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando reiteradamente dice que el Imperio está en decadencia. Si son incapaces de darse cuenta de su realidad y de rectificar el pobrísimo liderazgo que se disputa el control político de los próximos cuatro años, el destino inevitable es la fatalidad.

Rusia y China lo huelen, lo intuyen. Y Vladimir Putin y  Xi Jinping están actuando en consecuencia, aprovechando esas debilidades que  nunca antes se evidenciaron tan dramáticamente en la nación que, imponiendo el patrón Dólar, aún dicta el control económico del mundo. Un nuevo bloque trilateral entre Rusia, China e India podría significar la dominancia global en el inmediato futuro.

Pero, al igual que en la decadencia del Imperio Romano, cuando aparecieron los Calígula, los Nerón o los Claudio -los insensatos, los sin razón- lo que se deja ver en Estados Unidos es que a la ciudadanía norteamericana poco le importa la calidad moral o la condición física de sus gobernantes.

¿De verdad son Biden y Trump lo mejor del liderazgo que puede presentar una nación con 340 millones de habitantes que presume ser la vanguardia global?

Las voces que reclaman la dimisión de la candidatura de Biden son muchas y muy poderosas. Desde los más amplios y poderosos personajes del Partido Demócrata hasta el influyente buró editorial del New York Times.

Desde la trinchera del War Room de Biden se defienden diciendo que, la del debate, fue sólo una mala noche. Que habría que ver la enjundia de su discurso de un día después. Eso es querer tapar el sol con un dedo.

Aquí no se está hablando de que las lagunas mentales del inquilino de la Oficina Oval sean esporádicas. ¿Imaginan que el mandatario norteamericano entrara en una crisis de demencia senil aguda -como la del día del debate- en el momento en que su nación exige tomar una decisión crucial para la defensa, para su futuro y del mundo entero?

No existe defensa alguna frente a lo evidente. Sería un crimen obligar al presidente Biden a continuar con lo que claramente no puede. Y sería todo un crimen mayor que la elección de los Estados Unidos se diera en noviembre con un solo candidato, el impresentable Trump.

Lamentablemente, en el posible relevo demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris no es la solución. Su desempeño fue pobre, su carisma lo es también. ¿Alguien podría convencer a Michelle Obama de dar un paso al frente?

Si Biden no desiste de su intentona reelectoral, estará claro no sólo la debilidad y la vulnerabilidad del sistema político norteamericano, sino también será una evidencia de su nivel de decadencia, porque dejará en claro que poco importa quién ocupa la Casa Blanca. Al final del día es el llamado “Estado Profundo” el que define el gobierno, el que decide la ruta y dicta el futuro.

Alguien tendría que hacerle un favor al pueblo norteamericano -y al mundo entero- de sentar al presidente Biden frente a un televisor para que evaluara lo que de verdad pasó la noche del pasado jueves en el debate… algo de lo que sin duda ya no recuerda.

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