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7 de julio 2024

4 de julio 2024

¡Que alguien me explique!

Azul pintado de gris oscuro

Estalló la “guerra civil” hacia el interior del Partido Acción Nacional. El reparto de culpas sobre los pobres resultados en la elección presidencial del 2 de junio fueron el detonante de la antropofagia azul

Por Ramón Alberto Garza

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Estalló la “guerra civil” hacia el interior del Partido Acción Nacional. El reparto de culpas sobre los pobres resultados en la elección presidencial del 2 de junio fueron el detonante de la antropofagia azul.

Se están devorando los unos a los otros, en una danza de reparto de culpas que viene dándose desde que a mediados del sexenio de Felipe Calderón -cuando el PRI les arrebató el Congreso- el blanquiazul perdió la brújula.

El primer disparo lo hizo Javier Lozano, cuando en su cuenta de X denunció: “Total que Marko Cortés quedó como lo que es: un mediocre que no asume su responsabilidad en la estrepitosa derrota. Él y los suyos van cómodamente al Senado. Además, se exhibió como un vulgar mentiroso. Urge que se largue de la dirigencia de Acción Nacional”.

Sin mediar tiempo, el ex presidente Felipe Calderón reclamó también en su cuenta de X a Marko Cortés el haber dejado fuera a tribunos albiazules como Jorge Triana y repartirse para sí mismo, y para los suyos, las mejores posiciones plurinominales. El ex presidente decretó que “la caída del PAN tiene una explicación muy clara: sus dirigentes, especialmente el actual, Marko Cortés, se han servido con la cuchara grande. Seis años en la dirigencia ¿y sólo cubrió el 39% de representantes de casilla? ¿Qué hizo en seis años, aparte de agandallarse las ‘pluris’ y las notarías?”.

Marko Cortés no se quedó callado y le reclamó con dos mensajes al ex presidente recluido en España. “La explicación para los panistas es muy clara: dejaste completamente sola a Josefina y pactaste con Peña Nieto. Y de ‘pluris’ mejor no hablemos, tu grupo sabe muy bien de eso y hasta me las pidieron en 2021 y 2024”. Y el dirigente albiazul remató: “Felipe Calderón, explícanos por qué la peor caída de votación para Acción Nacional en la historia fue cuando fuiste presidente, dejando a nuestra candidata en tercer lugar. Aprovecho también para pedirte que nos expliques qué pasó con García Luna, porque sin tener ninguna responsabilidad, al PAN eso le provocó un enorme daño en la campaña, ¿tú no te enterabas de lo que pasaba en tu gobierno o lo consentías?”.

Xóchitl Gálvez no se quedó fuera de esta “guerra civil” y planteó la renuncia del presidente nacional del PAN. Y en su cuenta de X escribió: “Esto no puede ser la oposición Marko Cortés, la resistencia civil ha confiado y como dirigentes no se pueden echar a la hamaca. Si Genaro García Luna es culpable, que se castigue, eso le toca a la ley, a Felipe Calderón la historia lo juzgará y si tú no sabes dirigir, renuncia”.

Al margen del reparto de las consabidas culpas en medio de la estrepitosa derrota, hay que identificar los tres momentos en que el PAN se perdió en un tobogán de descrédito, después de aquella gran victoria en la elección presidencial del 2000.

UNO, endosable a la tibieza de Vicente Fox, el proclamado Presidente del Cambio. Ahí se dio el primer quiebre del PAN en el poder con el “golpe de faldas” que, desde la alcoba acogedora de Los Pintos, le asestó su ambiciosa vicepresidente, Marta Sahagún. La Señora Fox se adueñó del gobierno del Cambio para que al final del día muy poco cambiara. Convenció a Fox de no confrontar a los priistas, que cogobernara con ellos. Se alió con Carlos Salinas y con Elba Esther Gordillo, y juntos fallaron en la intentona de sacar adelante el desafuero de Andrés Manuel López Obrador. Sólo la consumación de las bodas de intereses entre el PAN y el PRI lograron que Felipe Calderón ganara en 2006 la elección presidencial. ‘Haiga sido como haiga sido’.

DOS, el PAN conservó seis años más Los Pinos con Felipe Calderón, gracias a un pacto inconfesable: aceptar otro cogobierno desde el Congreso -operado de facto por el priista Manlio Fabio Beltrones- y comprometerse a devolverle al PRI las llaves de la casa presidencial en 2012. Fox y Calderón cumplieron su palabra y colocaron a Roberto Gil Zuarth como jefe de la campaña para garantizar el freno a la candidatura de Josefina Vázquez Mota. Todos traicionaron. La entregaron y ambos mandatarios albiazules acabaron por darle públicamente la espalda a su candidata, para apoyar al priista Enrique Peña Nieto. Todo, a cambio de impunidad y de seis años más de prebendas y cogobierno, consumado en el Pacto por México.

TRES, ya probada la eficiencia del PRIAN para cogobernar en dos sexenios, creyeron que la luna de miel podría ser de una eterna y simulada alternancia. Fallaron los cálculos porque no contaron con que el novio, Enrique Peña Nieto, volando en alas de gaviota, consumaría el sexenio más corrupto del que hasta entonces se tuviera memoria. La Casa Blanca, Higa, OHL y Odebrecht, pasaron la factura en la elección presidencial del 2018, la que instaló a Andrés Manuel López Obrador en Palacio Nacional.

Hay que reconocer, sin embargo, que el mayor descalabro del PAN se dio cuando en posiciones clave como el Comité Nacional y en muchos estados insignia del albiazul -como Nuevo León- el blanquiazul aprendió a hacer de las derrotas su mejor negocio. O, mejor dicho, el mejor negocio para sus dirigencias. Markito Cortés -así, en diminutivo- sabe de lo que hablamos. Por eso se vio impotente para darle lustre a la candidatura de Xóchitl Gálvez, a la que no sólo dejó sola, sino que -en los momentos más críticos de la campaña- el aprendiz de brujo azul se convirtió en su delirante verdugo, quien a gritos le reclamaba a la candidata presidencial sus presuntos desaciertos. Fatuo y soberbio, con delirios de una grandeza que no tiene.

Por eso, el PAN vive hoy sus peores días. Porque los intereses personales de Markito Cortés, Santiago Creel, Roberto Gil Zuarth y una docena de los suyos, transformaron ese otrora partido de ejemplar oposición en un remedo de lo que en sus mejores tiempos imaginaron Manuel Gómez Morín, Luis H. Álvarez, Ernesto Ruffo, Fernando Canales, Francisco Barrio y Manuel Clouthier.

De poco o nada sirve ahora desatar esta “guerra civil” de culpas. Los actuales jerarcas del PAN son un puñado de derrotados, de incompetentes que traicionaron sus principios, para acabar haciendo de la política “opositora” su mejor negocio personal. Vivimos un azul pintado de gris oscuro. Urge recobrar el brillo perdido, si eso todavía es posible.

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